terça-feira, 27 de março de 2012

Síntese final do encontro de Irmãos


SÍNTESIS FINAL
 “El que quiera ser el primero, que sea el servidor de todos” (Mt 20,26)
 Venidos desde los más diversos lugares y realidades nacionales de toda América Latina y el Caribe, desde distintas misiones de la vida religiosa, hemos sido convocados por la Confederación Latianoamericana de Religiosos (CLAR).
En continuidad con el I Seminario de Lima (marzo 2009) deseamos profundizar en la reflexión sobre la identidad y la misión específica de los Religiosos Hermanos en la Iglesia y en la sociedad latinoamericana y caribeña. Somos Hermanos por vocación y misión, esta es nuestra experiencia.
 Primeramente nos acercamos a la comprensión de la REALIDAD concreta en que vivimos. La Región de la Amazonía se presenta como un ícono concreto de la realidad donde la vida clama y donde nuestra Vida Religiosa ve concretizados sus ideales. Así, observamos globalmente la realidad de la región amazónica, los países que la comprenden, las diversidades de pueblos, etnias, visiones, etc.
La región de la Amazonía ha pasado de ser el lugar olvidado en el concierto internacional, a convertirse en la plaza central de los intereses de la Comunidad Mundial. Al igual que los pueblos originarios de la Amazonía defienden su territorio con calidad, nos preguntamos ¿cómo la vida religiosa es capaz de defender la vida  más amenazada, de gritar la urgencia de la vida en esta zona natural del planeta y ser germen de nueva vida en la Región de América Latina?
 Compartimos también en grupos sobre nuestras experiencias como religiosos hermanos allí donde la vida clama, sintiendo la realidad, sufrimientos y búsquedas del pueblo con quien vivimos.
En este mismo contexto, tenemos una presentación sobre el tema “ser hombre, ser mujer, análisis socio-antropológico”. Esto nos permite mirarnos a nosotros mismos y pensar en las actitudes y aportes de nuestras vidas, como hombres y en el mundo real en que vivimos. La masculinidad se convierte así en el don más precioso que Dios nos da para servir a este mundo como Hermanos.
 En el momento de la ILUMINACIÓN nos hemos encontrado con la persona de Jesús. Un Jesucristo que nos sirve como modelo de una masculinidad integrada.
Apreciamos en Jesucristo un tierno afecto a los niños, un hombre-Dios que dialoga con la mujer, que muestra el afecto y relaciones de cercanía con todos, especialmente con su comunidad apostólica. Un Jesús en desacuerdo con la masculinidad hegemónica preponderante en su tiempo. Con una especial capacidad para aproximarse a la gente, celebra el final del poder patriarcal al lavar los pies a sus discípulos.  Su vida no se manifiesta en las relaciones de poder, sino que adquiere características de liderazgo: inspira, invita, comparte, muestra a veces debilidad, rehúye el protagonismo, comparte sus habilidades, ofrece el Reino, vive el celibato como integración, expresa la fe en el Dios que se manifiesta en lo pequeño y en lo débil, anunciado ya en los profetas.
Nos ilumina especialmente el consejo de Jesús, cuando dice: “no llamen a nadie Maestro, porque todos ustedes con hermanos” (Mt 23, 8).
 Encantados e iluminados por esta imagen de Jesús, nos hemos preguntado, ¿cuánto y cómo hemos avanzado los Hermanos en la reconstrucción de nuestra masculinidad y nuestro ser Hermanos? Y ¿qué nos falta para reconstruir nuestra masculinidad de acuerdo con la de nuestro hermano Jesús?
Somos conscientes de nuestros avances: una mayor apertura y acogida con los laicos, que comparten nuestras espiritualidades y misiones, una mayor disponibilidad, sensibilidad, tolerancia y apertura en nuestras propias comunidades religiosas, mejores relaciones con la mujer, con los niños, los jóvenes, mejor aceptación de nuestras flaquezas y debilidades y también una mejor comprensión de la figura de Jesús, más misericordioso, más cercano y humano.
Y conscientes de nuestras ausencias: mayor sensibilidad en nuestras relaciones fraternas, en nuestros gestos humanos cotidianos de afecto y cariño, mejor profundización en el conocimiento de la persona de Jesucristo y mayor humildad para comprender mejor a las personas, su experiencia y su realidad.
 El liderazgo de Jesús nos desafía en nuestros pobres liderazgos, la preferencia de Jesús con los más pobres nos aguijonea sobre nuestras confusas preferencias, el uso que Jesús hace del poder nos cuestiona sobre nuestras cuotas de poder (“el que quiera ser mayor, que sea el servidor de todos”, Mt 23, 11). Por esto hoy queremos preguntarnos los Hermanos: ¿para qué y para quién entregamos nuestras vidas?
 Conscientes de nuestra misión propia de Hermanos en América Latina y el Caribe, deseamos comunicar que nuestros compromisos están firmemente anclados en Jesús, esa persona por quien queremos centralizar nuestras vidas. La reflexión de nuestro encuentro nos empuja a comprometernos:
 En nuestras comunidades de Vida Religiosa, ejercer el liderazgo como Hermanos, especializarnos en el servicio, y favorecer comunidades mucho más humanizadas y fraternas.
En nuestra misión eclesial, formar nuevos liderazgos en la misión de la Iglesia, favoreciendo mayores niveles de participación y caminar hacia un nuevo modo de relacionarnos con los otros, favoreciendo una Iglesia más fraterna.
En nuestra misión social, buscar respuestas de presencia y apoyo ante las realidades más conflictivas y ser testigos de una nueva forma de relación: la fraternidad propia de nuestra vocación.
 A Jesús, que nos ilumina, le presentamos nuestros sueños de un nuevo mundo, una nueva América Latina y una nueva Región de la Amazonía donde la fraternidad entre todos y con el cosmos en que vivimos sea la señal del Reino que Jesús nos regala. Que Nuestra Señora Aparecida, nos anime en nuestro peregrinar de Hermanos.
 Manaus, 24 de marzo de 2012

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